El siguiente modelo de trampa-explosivo que tratamos consiste en aquellos, que sin provocar heridas mortales, si que eran capaces de causar bajas en combatientes al detonarse y llevarse por medio manos o pies de aquellos soldados que, confiadamente, no fueron capaces de ver el peligro que escondían inocentes objetos que abarcaban una variada panoplia, tales como estilográficas, relojes, sapos inmóviles, bebidas de marcha dejadas en la tierra de nadie, etc. Se buscaba con estos objetos dejar incapacitado, de forma permanente al combatiente, el cual debía de permanecer en retaguardia el resto del conflicto. Este tipo de trampas explosivas fueron dejadas, principalmente, por la aviación soviética y un ejemplo de ello lo vemos un informe de julio de 1942 dirigido a la Segunda Sección de la División Azul destacando del interrogatorio de un teniente ruso pasado lo siguiente:
"la aviación rusa posee a parte de los ya conocidos lápices giratorios con carga explosiva y paquetitos de vendaje con detonadores, los siguientes objetos que pretenden lanzar a retaguardia (...)". La lista enumera pitilleras que al abrir detonaban, relojes de bolsillo que al dar cuerda explosionaban, ranas de color tierra que explosionaban al pisarlas. El mismo informe hace referencia, en Staraja Russa, a la detonación de "un cuerpo metálico amarillo, redondo, de un grueso de 1 cm y diámetro de 3 a 3,5 cm", en la mano de un soldado que lo manipulaba. Otra advertencia de esta clase de juguetitos mortales se cita en "Linterna de bolsillo con cuerpo explosivo: Recientemente el enemigo empleó cuerpo explosivo en forma de linterna de bolsillo (linterna redonda de unos 12 cm de largo). Al agitarla esta bombilla explota y causa heridas".
Dado que los informes se elaboraron una vez finalizada la operación Predador, es lógico que, ante la ingente cantidad de material abandonada por los soviets se aprovechara esta coyuntura para verter una cantidad, nada desdeñable, de trampas explosivas camufladas de inocentes objetos.
No obstante, ya ocupando los arrabales de Leningrado, en noviembre de 1942, se comunica al capitán de la V Batería la presencia de botellas explosivas "de color gris plata, con la inscripción Ma rschgtrank (bebida de marcha), de iguales características a las que suministra a la tropa en verano; al abrirse la tapa que se quita con gran facilidad, se produce una explosión".
Este tipo de inocentes objetos también fueron lanzados por la aviación germana a lo largo del Camino de la Vida, esa carretera que comunicaba los puertos orientales de Leningrado con la zona soviética, salvando Schlsseburg. En esta ocasión eran juguetes explosivos destinados a los niños, imaginemos si detonan en un camión atestado de refugiados, y es que la malauva en la guerra no entiende de víctimas, combatientes, refugiados, o, simplemente paisanos que iban a sus quehaceres.
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