No hay duda que la ametralladora MG-42 ha conseguido pasar a la historia como un arma emblemática. Este icono del Ejército alemán, destacó entre sus rivales por su altísima cadencia de fuego. Y es que la MG-42, de las que la División dispuso de pocas unidades, era una auténtica segadora, una ametralladora capaz de disparar hasta 1.800 cartuchos por minuto.
Sin embargo, paradójicamente, una de sus mayores virtudes fue también uno de sus peores inconvenientes. Y es que la elevada cadencia de fuego de la MG-42 normalmente se traducía en un excesivo consumo de munición. Esta altísima cadencia de fuego (entre 1.200 y 1.800 disparos por minuto) también provocaba un calientamiento excesivo del cañón. Para solucionar este problema, el soldado cargador se encargaba de sustituir el cañón con bastante celeridad. Sin embargo, por lo general, el cambio no solía ser lo suficientemente rápido. De hecho, este era el punto débil que los soldados aliados aprovechaban para atacar a los usuarios de la MG-42. Y es que para hacer frente a la potencia de las MG-42, los soldados estadounidenses y británicos estudiaban el comportamiento de la ametralladora incluso con vídeos y grabaciones. De esta forma, aprendían a esquivar sus ataques y, lo que es más importante, a saber cómo y cuándo atacar a sus tiradores.
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