Quiero hacer una reflexión sobre la objetividad en la Historia.
Dejo de lado, por ser muy conocida, la asunción general de que las disciplinas llamadas Sociales no responden a la objetividad de las Ciencias, en donde todo responde a leyes perfectamente enunciadas.
La Historia nunca puede ser objetiva. Unas veces, el que escribe ha presenciado o conocido unos hechos, y los cuenta según los ha percibido, con su visión limitada y, por tanto, parcial. En estos casos, no hay intención de engañar o tergiversar la verdad, pero la visión y su interpretación es subjetiva.
Otras veces, los hechos se cuentan de forma diferente a lo percibido. Aquí sí hay intención de engañar o tergiversar. La interpretación, naturalmente, es otra ves subjetiva y, en este caso, intencionada (o malintencionada).
La única manera de ir sacando la verdad, en ambos casos, es mediante cruces y contrastes de lo que dicen unos y otros, porque al cruzar la información, se va depurando.
Aparte de lo anterior, yo defiendo que un historiador tiene derecho a añadir a sus escritos, sus juicios personales. Pero siempre separando los hechos que percibe, de dichos juicios personales, para que no haya error.
Digo todo lo anterior, porque esto ayudará a discernir mejor las interpretaciones (interesadas o no) que cada uno hace de los hechos.
Y no olvidemos que, en los tiempos que corren, el "Pensamiento Único" acostumbra a mezclar hechos con juicios de valor (incluso a deformar los hechos para que se adapten a sus paranoias), a amplificar artificialmente los que le interesa resaltar (tanto en sentido negativo como afirmativo), y a maquillar cifras. El factor más empleado es el 10, que utilizan como multiplicador para amplificar las cifras que quieren, o como divisor para reducir lo que les conviene. A veces, pero es más raro, yo he visto utilizar el factor 20, y el 33, pero los usan poco, porque les da pereza mental hacer cálculos tan .... "difíciles" y "complejos".
_________________
A mí me parece, Señor, que no tengo otra cosa buena sino ser español (Catalina de Erauso, "la Monja Alférez", a un Cardenal)
|