EL antiguo local de la Hermandad de Antiguos Combatientes de la Divi- sión Azul, sito en la calle Plus Ultra (adosado a la falda de una alar- gada loma actualmente cubierta por edificios, pero en la que antaño se asentaba uno de los fuertes, de los que rodeaban como un cinturón de seguridad a Melilla, cuando Melilla se circunscribía a lo que hoy conocemos por Melilla la Vieja, ciudad alta o acrópolis) amenazaba ruina. El agua, al discurrir constante y tesonera ladera abajo, fue socavando las paredes y ci- mientos y el viejo edificio iba desmoronándose inexorablemente, no siendo suficientes para atajar la acción erosiva del líquido elemento, los arreglos circunstanciales que se nos iban ocurriendo. Con gran dolor del corazón y sentimiento notorio de todos, hubo que cortar por lo sano, hacer un trasplante y llevar nuestras ilusiones, esperan- zas, alegría y camaradería a otro "cuerpo" menos caduco que el que ahora, con harto pesar, abandonamos. . Gestiones sin fin, ideas, idas y venidas, y como "al que llama se le abri- rá'", se nos cedió un antiguo edificio ubicado cabe la plaza de Armas de Me- lilla la Vieja, que si bien su fachada, techo y paredes, su esqueleto, andaba un tanto si es o no ruinoso, su corazón, sus cimientos, asentados en una plazoleta alta a modo de pequeña meseta, estaba firme y fuerte y ni la ero- sión del agua ni del viento es fácil que le hagan mella. Ya tenemos en donde meternos, pero nada más. Económicamente no an- damos ninguno muy boyante, el que más vive de un sueldo, y el que mas también anda a final de mes "aprés". No nos falta (quizá porque nuestras necesidades no son muchas), pero tampoco nos sobra. Así que nos figuramos encontrarnos en la misma situación de aquel que, encerrado en una habitación, sin cuchillo, navaja, ni tenedor, ni otro uten- silio idóneo, pero con mucha hambre y un jamón colgado del techo. Con dientes y uñas acabó con el jamón que, en represalia, terminó también con su hambre. Teníamos local y "hambre" de que la camaradería, el aprecio, el cariño y la estimación que nos tenemos todos, no se extinguiera por carencia de reuniones periódicas, más o menos frecuentes y con uñas y dientes acome- temos la aventura de que aquello resultara útil y habitable. Quien pudo aportó su óbolo, quien no, su trabajo, sus ideas o ambas —tres_ cosas y robándole tiempo al trabajo. (El descanso en el hombre es una obligación, un mandato divino: "No matarás", inexcusable, ya que nos puede necesitar la Patria, la familia o el prójimo y debemos estar prestos a la demanda). Quedó todo acogedor, funcional, elegante, muy sencillo, pero elegante: las fotos que acompañan a este reportaje dan fe de ello. Pero es mejor que lo veáis y aquí os esperamos: esto es un poco el hogar de todos, solo exigi- mos mucho amor a España y corrección, lo demás nos será dado por aña- didura. El alma de toda esta gran labor —"gran", en relación inversa con los medios con que se acometió, desarrolló y finalizó— fue y es nuestro presi- dente, FERNANDO RAMÍREZ DE LA FUENTE, Comandante de Infan- tería con destino en el Tercio Gran Capitán, 1 de La Legión. Allí donde
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"...morir, camarada, es sólo la ocasión de volver a empezar" (División 250, T. Salvador)
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