Buenas tardes a todos.
Por su hija Cristina, he recibido esta mañana la triste noticia del fallecimiento de nuestro buen amigo D. José Manuel Ribera Vives.
Hablábamos cada semana desde 2012 y nunca olvidaré como cuando nos conocimos me vino a recoger conduciendo su todo terreno "Michubichi" que decía él. Con una lucidez y modestia inigualable, hablaba de los compañeros que cayeron a su alrededor, como si él no hubiera corrido el mismo riesgo o luchado con el mismo heroísmo.
Conoció el terror rojo y con 17 años consiguió que su madre le autorizara el permiso para alistarse. Su posición priviliegiada en la Plana del Batallón de Zapadores 250 en su trasiego con mapas y mensajes con el Cuartel General de la División, el General Muñoz Grandes, Comandante Bellod, Capitán Aramburu... hicieron que tras décadas mantuviera amistad con ellos.
Por acompañar al Comandante Bellod constantemente a inspeccionar todas las posiciones y campos de minas, recordaba perfectamente las líneas, la toponimia... y tal es así que como la vista le fallaba y no le alcanzaba a ver la pequeña escala de los mapas alemanes, pintaba sobre el papel las carreteras y pueblos de memoria, con una precisión pasmosa.
Su conocimiento del idioma alemán todavía le hizo más valioso, ejerciendo de enlace y traductor con unidades alemanas y flamencas.
Recordaba perfectamente el alemán y muchas frases en ruso, el funcionamiento de los lanzallamas, detectores, radios, minas rusas y alemanas con sus características (peso de explosivo, peso total, presión en la espoleta para accionarlas, denominación , tamaño...) así como las técnicas de lucha contracarro por los cursos de "antitanque" de Kamenka, en las que ejercía como traductor.
A lo excepcional de su trayectoria como guripa (distinguido en los combates de Krasny Bor, testigo de excepción del sacrificio del Caballero Laureado D. Antonio Ponte Anido) se suma su calidad humana, su fervor cristiano, su coherencia y su generosidad.
Los últimos dos meses, tras sufrir una caída, un infarto y sobrevivir al covid; otras complicaciones han dado fin a su vida física.
San Fernando lo ha de guiar con sus compañeros, su madre y su esposa. Hoy forma un lucero más.
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