Ayer 18 de junio, por la noche, fallecía el divisionario Félix Martínez Escobar. 97 años plenos, lúcidos y rebosantes de energía. Una neumonía le ha tenido unos dias hospitalizado. Tuve la fortuna de estar con él muchas veces y me facilitó explorar su vida, no solo divisionaria, sino en general. Al ser compañero concejal con mi padre en el Ayuntamiento de Ciudad Real, me trató como a un familiar, algo que le estaré agradecido:
Ahora si que sí, es el último de los últimos. Felix Martínez Escobar falleció este 18 junio a la edad de 97 años siendo el ejemplo de una vida contenida en multitud de cargos y actividad resumida en su máxima, “no he cambiado de bandera”. A Félix lo conocí hace tiempo iniciando el estudio sobre la División Azul en Ciudad Real y provincia. La representación de estos apenas llegaba al quinteto allá por 2010. Con Félix pude tratar el tema divisionario sin actitudes convencionales, analizando realidades y vivencias históricas, sin convicciones radicales ni servidumbres. Su generación posterior que se creía ajena a todo prejuicio sobre el origen y participación de nuestros paisanos en Rusia, consiguió eso mismo, olvidarlos. Mi recuerdo histórico evita ese silencio desolado porque el entorno actual se encarga de inculcar eso mismo, la obligación de olvidar para convertirlos en lo que Freud llama ese “miembro cualquiera del rebaño”. La indeterminación que expresó Félix en nuestro primer encuentro pronto quedó resuelta al comprobar que él y mi padre, Daniel Céspedes Navas, coincidieron como concejales en el Ayuntamiento de Ciudad Real a finales de los 60. Este recelo de los divisionarios a manifestar su condición es fruto del aislamiento social más allá del conocimiento de su razón de ser. Por qué fueron, apenas siendo chavales, a luchar a una guerra que en principio les era ajena y lejana. Félix lo tuvo claro. En sus memorias lo dejó bien anotado: «A primeros de agosto de 1936 mis dos hermanos mayores son detenidos por falangistas. Luis es asesinado la noche del 23 en un viñedo de Pozuelo de Calatrava, con 19 años». Félix cumple la condición nativa del divisionario, ajustar cuentas con los comunistas. En la provincia será el 80% del estudio divisionario. El resto, desertores, indeseables, buscavidas, militares, etc., ocuparán mi mayor atención en el estudio ciudarrealeño por ser eso mismo, una minoría. Se inscribe con el número uno como voluntario divisionario y participa en la lucha anticomunista como artillero. La agenda de su paso por la guerra no tiene grandes acontecimientos. Es un falangista más, que ya recibió su formación premilitar con su grupo de balillas en Almagro, donde nació. Su carácter recio y con determinación es seña de identidad en su hoja de castigos por insurrección ante un superior. Al recordárselo, el resultado es una larga sonrisa justificando su prosaica relación con los mandos. Él está allí, en Rusia, para ajustar cuentas con aquellos que persiguieron y mataron a sus familiares. Pero el objeto de esta reseña no es hablar de los 22 meses que Félix estuvo en Rusia, que por otro lado, jamás evadió de su condición divisionaria. Su participación quedará reflejada en el estudio que en algún tiempo verá la luz. Mi idea es señalar el trabajo que soportó la generación nacida en los años 20 del s. XX que hoy y a pesar del discurso del pánico que circula al hablar del franquismo, realizaron estos hombres. A su regreso de Rusia, es nombrado Delegado Provincial de Auxilio Social y lo que era un nombramiento esporádico se convertirá en toda una vida dedicada a eso mismo, ayudar a los más necesitados. Eso que hoy leemos y está tan bien reconocido, ayudar y evitar el aislamiento social, ya lo practicaron desde los años 40. Tal vez acompañado del sentido binario propagandístico de Falange, nada nuevo a lo actual, cuando recibimos noticias de salvamentos y ayudas, bien se encargan las ONG`s que figure su nombre como agencia publicitaria. Gestionó el Auxilio de Invierno, esos comedores infantiles y comida de hermandad acompañados de repartos a domicilio y que tan estrictamente llevó a cabo. Tras opositar en la Diputación provincial y ganar plaza como funcionario en el Servicio de Recaudación, Impuestos y Tasas Provinciales, al tener jornada de mañana, por la tarde seguía con su actividad en el Auxilio Social. Luego pasó al Servicio de Inspección y Asesoramiento de las Corporaciones Locales. En este ajetreo nace, lo que llamaron la Democracia Orgánica, concejales elegidos popularmente (un tercio), otro por designación sindical y otro por colegios y corporaciones profesionales. Es nombrado Delegado Gubernativo en Piedrabuena, Secretario del Ayuntamiento de Caracuel, Consejero Provincial de la Guardia de Franco, Jefe del Negociado de Voluntaria (contribuciones), Administrativo de la Junta Provincial de Formación Profesional Industrial, Delegado gubernativo en Anchuras y multitud de cargos que significaban viajar, visitar y gestionar cientos de instituciones, practicando el valor que rige su vida, la familia. Su mujer, Mª Teresa y sus tres hijos. Otro divisionario, Daniel Aliseda, presidente de la diputación de C.Real le llama para nombrarle, de nuevo, Delegado de Auxilio Social, aunque y según cuenta Félix, conocer tan a fondo la institución podía llevarle a “hacer sangre” con el rigor y seriedad que trataba los asuntos. Como Delegado recorre todas las instituciones de la provincia con el resultado de decepción. El Hogar de Ciudad Real, cuatro años terminado era un lugar casi para derribar. Años de gestión disciplinaria le llevaron a crear decenas de albergues e instituciones para necesitados, residencias para ancianos, hogares escolares, etc. En 1958 se empeña en plantear el Albergue Escolar en los Hermanos Gárate de la capital, en los Marianistas y un centro de maternología en Almagro. Y un día, decide enfrentarse al Obispo de entonces, Hervás y Buendía ante la “soberbia” obispal por no poner su nombre a la ciudad de Matrimonios Ancianos que Félix inaugura en 1967. Mantuvo que era de justicia llevara el nombre de su promotor, el padre Castro, párroco de Santiago. En su relato, muestra parte de la singularidad del enfrentamiento. Ese era Félix. Me acerqué a él por su condición de divisionario, cuando resultó ser la supervivencia del pasado, del enorme trabajo para llegar al estado de bienestar que tanto escuchamos hoy. Falangista, si. Nunca lo negó. Trabajador, como el que más. Con cargos como fin para alcanzar su ideario, en este caso, la puesta en marcha del propósito del Auxilio Social. Descanza en paz, Félix Martínez Escobar. (Almagro, 19.12.1921-Ciudad Real, 18-6-2019)
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