Desconozco absolutamente la personalidad de este paisano, sus virtudes o defectos. El tributo que aquí le rindo con su recuerdo está basado solamente en su valiente gesto de iniciar una aventura extremadamente peligrosa, cuyos riesgos eran conocidos sobradamente antes de su inicio. Muchos voluntarios fueron por ideales políticos, otros por avanzar en los rangos de la carrera militar, otros para redimir penas, en definitiva por múltiples razones, que en ningún caso merman la valentía de quienes afrontaron esos riesgos, cuyo precio podía ser la propia vida. D. José Blanco, su padre, conocido en el pueblo como Don Pepe, fue maestro nacional, impartiendo clases a los chicos durante varias décadas en la escuela ubicada en la casa junto a la iglesia. Nació en 1.888 y murió en 1.977 a los 89 años. Yo tuve oportunidad de conocerlo, aunque brevemente y de muy pequeño. El recuerdo que conservo de su persona es el de un hombre pequeño de estatura, con el pelo blanco y muy corto, finas gafas metálicas redondas, le faltaba un ojo, desconozco las circunstancias de dicha pérdida, amable en las formas, educado y servicial. Eran muchos los que acudían en su ayuda para rellenar impresos oficiales, redactar testamentos, liquidar impuestos o cualquier gestión que requiriera papeleo oficial. Fruto de esa entrega a sus vecinos eran los numerosos regalos y atenciones que recibía por San José, día de su santo, fecha muy señalada en el santoral en aquella época. También recuerdo su afición al coleccionismo, especialmente de sellos de correos. Para aquella época, supongo que tenía una colección considerable, fruto de muchos años de acopio y compra, aprovechando sus relaciones y viajes a la capital o incluso a Madrid, donde ya hablaba del mercado dominical de sellos en la plaza Mayor. En definitiva, el recuerdo que yo tengo encaja con el de un maestro inteligente e inquieto, sociable y servicial, que se ajusta a grandes rasgos con la imagen del maestro ideal de aquella época. Fruto de su ejemplo, también yo inicié una colección de sellos que me acompañó durante varios años en mi etapa de colegial. Ya cuando yo era niño se jubiló continuando en el puesto de maestro nacional su hijo, D. Amando, hombre de carácter más rígido y severo. También él era mutilado, habiendo perdido uno de sus brazos, de lo que también desconozco las causas, lo que no le impidió la práctica de su deporte favorito que era la caza. Paso a exponer algunos datos históricos para enmarcar las circunstancias de la participación de D. Luis Blanco Iglesias en esa acción militar en un lugar tan alejado de su lugar de nacimiento.
En 1.939, terminada nuestra guerra civil, comienza la Segunda Guerra Mundial cuando las tropas de Alemania cruzan la frontera de Polonia el 1 de septiembre de dicho año.
Durante nuestra guerra civil, a pesar de los acuerdos de no intervención de las potencias europeas, tanto el ejército republicano como el ejército sublevado recibieron ayuda exterior de capital importancia, tanto en armamento y apoyo logístico como en contingentes humanos.
El Ejército de la República recibió una cuantiosa ayuda en material procedente mayoritariamente de Rusia, aunque también de otros países europeos, finalmente pagado con las reservas de oro del Banco de España, que fue enviado a Rusia durante la guerra. En lo que respecta a la aportación de combatientes, se crearon las Brigadas Internacionales a instancia de la Internacional Comunista, encargándose de su puesta en marcha el Partido Comunista Francés. Sus componentes procedían mayoritariamente de miembros del partido comunista francés, aunque también había batallones de otras nacionalidades, especialmente del Reino Unido y Estados Unidos, además de algunos conocidos intelectuales e idealistas de la época, que jugaron también un papel importante en el ejército republicano. Su contingente medio fue de unos 20.000 hombres, habiendo participado en los distintos reemplazos un total de unos 60.000, sufriendo 15.000 bajas.
Por su parte, Hitler ayudó al ejército nacional con la aportación de la Legión Cóndor, consistente en escuadrillas de aviones, con un total de 136 aparatos, que participaron de forma determinante en el desarrollo de la contienda, destacando, entre otras operaciones, el bombardeo de la población vasca de Guernica. También recibió ayuda en carros de combate y artillería pesada. Esta aportación alemana tenía también la finalidad de probar el material y las tácticas que luego serían de vital importancia en la guerra europea a punto de comenzar. En el curso de la guerra llegaron a enviar, conjuntamente con Italia, un total de 600 aviones. El contingente de efectivos de la Legión Cóndor alcanzó los 5.000 hombres, si bien en el transcurso de la guerra, y en los distintos servicios, llegaron a participar unos 15.000 efectivos en los distintos reemplazos, con unas 300 bajas en total.
También la Italia de Mussolini contribuyó con soldados y material. Aportó un Corpo Truppe Volontarie, que llegó a contar con 44.000 hombres desplazados a España, además de escuadrillas aéreas y material blindado.
Terminada la guerra civil, España quedó destrozada, empobrecida y hambrienta. Aunque hubo intentos para que España se alineara en el conflicto europeo, Franco consiguió permanecer neutral. Cuando en 1.941 Alemania declaró la guerra a Rusia, Franco encontró el medio de devolver el favor recibido de Hitler, ya que, sin implicarse en el conflicto global europeo, decidió crear una división de voluntarios que fueran a luchar al frente ruso, como contribución a la lucha contra el comunismo, iniciando su creación en junio de 1.941.
Para evitar una intervención de militares españoles, que supondría romper la neutralidad en el conflicto, se convocó una división de voluntarios, abriéndose banderines de enganche en toda España. Dado el ambiente patriótico de la época pronto se superó con creces el número requerido para componer una división, que era de unos 18.500 hombres. El excedente de voluntarios iría reemplazando a caídos y heridos para que todos tuvieran la oportunidad de luchar en el frente ruso. Es importante comprender que aunque muchos de los alistados eran militares, lo hicieron a título individual y no vistiendo el uniforme del ejército español. Este cuerpo expedicionario inicialmente se llamó División Española de Voluntarios (DEV). Posteriormente se llamó popularmente División Azul por el color de las camisas falangistas que llevaban los voluntarios. La mayoría eran miembros de la Falange, del SEU (Sindicato Español Universitario) y militares o licenciados de la guerra civil española. Una vez integrados en la Wehrmacht, constituyó la División 250 del ejército alemán, comandada inicialmente por el General Agustín Muñoz Grandes. (….) Con independencia de la ideología que cada uno pueda tener, creo que es de justicia reconocer la valentía de estos hombres, que guiados por unos ideales en los que creían, fueron a una tierra extraña a luchar en condiciones extremas, dejando allí su vida muchos de ellos, contribuyendo a mantener un altísimo prestigio militar español equiparable al que alcanzaron los Tercios Viejos en sus campañas europeas durante los reinados de la Casa de Austria.
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