Muchas gracias efa56 por tus palabras, me alegro que te haya gustado.
Respecto a la estampa de la Virgen del Pilar, no tenía conocimiento de ella hasta hace dos años, que me la regaló un amigo que su padre era divisionario y tenía muchas cosas, tanto de su padre como de amigos divisionarios de su padre. Supongo que muchos de los divisionarios tenían una. Si os fijáis en el manto está el escudo de la DA. Por la parte posterior de la estampa hay una preciosa oración que no me resisto a ponerla, para que los que no la conozcan puedan disfrutar de ella.
[center]OFRENDA[/center]
Santísima Virgen del Pilar, Madre de Dios y Señora Nuestra. De rodillas, humildemente postrados, ante tu Pilar Sagrado, estamos los hombres de la División Azul. Venimos anhelantes para solicitar con gozosa y segura esperanza tu excelsa protección, tu dulce patronato. Cumplimos así un deseo ardiente que nació en nuestros corazones el mismo día en que partimos para aquella gloriosa aventura. Porque Tú, Madre, siempre, desde entonces, has sido nuestro guía y amparo.
El capitán laureado, el soldado anónimo, el rey y el vasallo, el santo y el escritor han llegado hasta Ti para buscar augurios de victorias, certidumbre de éxitos, consuelo de los reveses, alegría en las tristezas, ardor para los difíciles embates de la vida, luz en las oscuridades de la duda, perdón en las borrascas del pecado, aliento en las jornadas de cansancio y amargura.
A Ti se volvieron angustiados nuestros ojos en las horas negras de la desesperanza y tu nombre bendito, mil veces repetido, estallaba como granada luminosa en el estruendo del combate y sellaba para siempre los helados labios de nuestros muertos gloriosos.
Somos tus hijos. Nos conoces, Madre. Sabes que no fuimos a aquella incierta aventura movidos por el ansia del botín, ni agotados por sentimientos bastardos, ni impulsados por el odio, ni alentados por el rencor. Bien sabes que la razón última y secreta de nuestra empresa no fue otra que la defensa de una Cruz, aquella en que tu Hijo murió para que los hombres nacieran a la vida eterna.
Madre, en unas tumbas sin cruces ni plegarias, bajo un cielo barrido de estrellas, hermanos nuestros esperan la resurrección de la carne. Suplicantes te pedimos alcances, para ellos, de tu Divino Hijo la luz de la gloria eterna. Y para nosotros, los que peregrinamos en el valle de las lágrimas, que tu Pilar sea escudo de nuestra fe, baluarte de nuestra virtud, sillar inconmovible de nuestra unidad. No permitas, Señora que en nuestras filas prenda la semilla de la discordia. Consérvanos siempre en recia y vigorosa unidad y llegada la hora de nuestro relevo definitivo, bajo la protección de tu manto, podamos entrar, radiantes, en el Reino eterno de tu Divino Hijo.
Un fuerte abrazo.
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